Del Sueño a la Realidad.

 ANITA
Del Sueño a la Realidad

 

Erase una vez una niña de 8 años llamada Anita.  Ella tenía unos ojos grandes,  una sonrisa tímida, el cabello tan largo como ondulado y su cuerpo era alto y delgado, más que el de otras niñas de su edad.

 

Muchas mañanas, tras tomar el desayuno de leche con cacao y galletas, subía hasta su dormitorio imaginando y soñando con  hadas, princesas y mundos encantados.  Cada escalón que subía camino de la planta de arriba de la casa (donde estaba su dormitorio), más le hacía imaginar cosas nuevas y maravillosas, hasta que finalmente,  llegaba a su escritorio, agarraba la mochila para irse a la escuela y dejaba de soñar despierta.

 

Iban pasando los días, incluso semanas,  mientras que  la pequeña Ana era cada vez más soñadora  y las historias llenas de fantasía seguían recorriendo muchos de sus ratos de juego.  Cada mañana seguía imaginando aventuras llenas de magia y diversión que terminaban cuando llegaba el momento de marchar a la escuela. Pero un día, después de su desayuno, se puso frente al nuevo escritorio  que le habían regalado para su cumpleaños, mirándolo fijamente.  Encima del escritorio había un cuaderno en blanco y un lápiz de punta afilada.

 

Unos minutos después Anita seguía mirando el escritorio, el cuaderno y el lápiz.  ¡Y Comenzó!  Agarró el lápiz, se acomodó en la silla y comenzó a mover sus manos.  Escribía y escribía sobre el folio: sus aventuras, sus sueños.

 

 –        ¡Anita! ¡Date prisa que vas a llegar tarde al colegio! – se escuchó decir a su mamá –

Esta niña parece que vive en las nubes…

 

 

Entonces la niña no tuvo más remedio que parar, dejando su escritura sin terminar.  Agarró su mochila y  caminó rápido hasta la escuela.

Al día siguiente,  merendó el vaso de leche de un solo trago, subió las escaleras muy rápido y continuó escribiendo.  Seguía en el mismo cuaderno y con el mismo lápiz, pero una vez más no pudo terminar de escribir todo lo que ella quería.  Su hermano mayor la había interrumpido para que hiciera la tarea de la escuela, que también era importante.

 

  –        Anita, tienes que hacer los deberes del cole.

¡Que siempre estas soñando! – dijo el niño.

 

 

Anita no se rindió, y siguió escribiendo un día, y otro, y otro, y otro más… y por fin sucedió.  Había terminado de escribir. Había puesto el punto y final.

 

¡Era un Cuento!

 

 

Se lo enseñó a mamá, después a papá y a su hermano, quienes quedaron sorprendidos con la historia tan divertida que había escrito la pequeña.  Después, se lo enseñó también a algunos amigos del cole y a sus primos, que también quedaron encantados y sonrientes con la bonita historia de Anita.

 

¡Había escrito un Cuento Maravilloso!

 

 

Pero ese cuento era más que una simple aventura en papel. Era la imaginación y los sueños de Anita que además habían servido para sacar la sonrisa de muchos, y de ella misma.  Después de eso, Anita siguió escribiendo pequeñas historietas y grandes aventuras, practicando cada día hasta que se hizo mayor, y se convirtió en la mejor escritora moderna de la ciudad,   del país y del continente entero.

 

Porque cuando trabajas un día, y otro, y otro, y otro, y otro más…

por conseguir aquello que deseas,

al final, se hace   REALIDAD.

 

 Este cuento fue escrito hace unos días para Ana Escudero, como un regalo especial en el día de su comunión.   Espero que Ana siempre siga luchando por sus sueños.    =)